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Enfermedades del recto Spanisch |
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Los últimos 20 cm del intestino grueso se denominan recto. El segmento superior, la ampolla rectal, en el que el contenido intestinal es almacenado hasta la siguiente defecación, está limitada por el músculo esfínter interno y el plexo hemorroidal. Seguidamente, comienza el conducto anal inferior que está recubierto por una mucosa muy sensible que hace posible el control voluntario de la defecación y de las flatulencias, y está limitado por el músculo esfínter externo y un plexo venoso.
¿Qué síntomas puede presentar el recto?
Los síntomas más frecuentes son quemazón, prurito, nódulos e inflamaciones que pueden acompañarse de dolores variables; indicios de sangre en el papel del WC, manchado de la ropa interior o flatulencias incontroladas.
Las enfermedades más importantes son hemorroides, fisura anal y úlcera anal, trombosis anales (también denominada como hemorroides externas), abscesos y fístulas, así como el eccema anal. El examen con el rectoscopio facilita la diferenciación de dichas enfermedades y simultáneamente, la exclusión de enfermedades malignas en dicha zona. En caso de presentarse molestias en el recto, debe consultar a su médico para descubrir la causa. Las molestias pueden ser una primera señal de una enfermedad más seria.
¿Cómo se tratan las enfermedades del recto?
Después de que su médico ha determinado la causa de sus dolores o de sus síntomas, es posible el tratamiento dirigido. Según la gravedad de la enfermedad puede utilizarse una pomada, supositorios o tampones anales, baños de asiento, un cambio de dieta, una regulación intestinal, una esclerosis mediante inyecciones o una intervención quirúrgica. Cuanto antes pueda empezar el tratamiento, mucho mejores serán los resultados. Mediante los siguientes pasos, puede ayudar a prevenir los síntomas: una alimentación rica en fibras ( dietas lastre, salvado de trigo, verdura y frutas), y suficiente ingestión de líquido de 2 litros al día que evitará una defecación demasiado dura; una higiene anal con lavado diario o baño de asiento; un vaciamiento fecal regular sin hacer esfuerzo y sin laxantes; unas adecuadas prendas interiores que no produzcan irritaciones cutáneas (ninguna fibra sintética) y una actividad física o deportiva suficiente.
Pregunte a su médico otras posibilidades de tratamiento.
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